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Asesinato a Domicilio

El timbre de la puerta número tres sonó dos veces a las nueve en punto de la noche. La puntualidad era una de sus principales virtudes. Tras unos segundos, la puerta se abrió.
-Buenas noches. ¿Qué desea?
-Hola, buenas noches. Hablo con… Eric Antoine Marshall, ¿correcto?
-Sí, así es.
-Bien, caballero, vengo a matarle.

Noche tras noche tocaba repetir la misma frase. La gente solía morir por la noche. Dos años trabajando aquí, dando pasaporte a infelices no era tan divertido como al principio se podía esperar. Al menos, era un trabajo bien pagado.
La cara de Eric mostraba confusión y miedo. Con el ceño fruncido y la tez pálida discernía tan rápido como su mente le permitía acerca de qué estaba ocurriendo. De cómo era posible que alguien dijese que iba a matarlo con esa frialdad.
Mientras, a pocos centímetros, Él esperaba su respuesta o reacción. Sabía que a veces los clientes tardaban algún tiempo en comprender la situación. Hay algunas excepciones, que cumplen sin rechistar con el compromiso, pero, por lo general, la gente se retracta.
Eric dijo: “Pero… ¿quién es usted?”. A estas alturas el miedo había vencido a la curiosidad, y la pregunta se convertía en retórica a pasos agigantados.
Él se sintió visiblemente molesto, odiaba tener que dar explicaciones. Odiaba a la gente que, antes de morir, se dedicaba a dificultar su trabajo. Ahora tendría que explicarlo todo de nuevo.
-¿Puedo pasar? – la pregunta más que una pregunta era una autoinvitación. Más aún cuando a la vez que preguntaba tenía pie y medio ya dentro de la casa de Eric. Más aún cuando el que preguntaba medía alrededor de dos metros y pesaba unos ciento treinta kilos.
Eric y Él se sentaron en un sofá de piel. Eric ofreció algo de beber. Él se quitó una gabardina negra, dejando ver un polo igualmente negro con una chapa blanca en la parte izquierda del pecho. “AGENTE Nº 0078. ZONA MEDITERRÁNEA”. Eric posó su mirada sobre la chapa. Estaba algo más tranquilo, pero su confusión seguía aumentando.
Él sacó un documento de un bolsillo de su pantalón. Se trataba de un contrato.
-Veamos. Como habrá imaginado, pertenezco a la empresa Asesinato a Domicilio. Como también sabrá, mi empresa está especializada en proporcionar a sus clientes el tipo de muerte que ellos deseen. Este contrato que le enseño señala, según la normativa de la empresa, que usted solicitó la prestación de nuestros servicios hace exactamente una semana. En el anexo están expuestas las cláusulas convenientes y aquí abajo – decía Él, señalando la primera página de color rosa- aparecen su firma y la del agente administrativo con el que firmó el contrato en nuestras oficinas.
Eric explicó su postura, más tratando de dar lástima que creyendo firmemente que en realidad podría librarse de una muerte contratada. No una muerte cualquiera. Un asesinato contratado a domicilio. Eric alegó que un amigo le habló de la empresa. Que él no le creía y que por eso fue a las oficinas, a firmar un contrato, pero siempre creyendo que se trataba de una broma. Él le dijo que tenía mujer y dos hijas, y que no tenía ganas de morirse, pero que en cierto modo lo comprendía, y que un contrato de ese tipo no admite que sea incumplido.
Él, el agente número 0078 le comentó los pormenores del contrato acto seguido. Realmente, le importaba bien poco la historia de Eric. Él simplemente quería acabar ya su jornada (era su último cliente esa noche) y ver el partido de los Red Socks por cable. Él le dijo que la muerte sería por decapitación. Él explicó que Eric sería atado con correas de cuero a una silla de madera en el centro de su salón y que posteriormente procedería a separar la cabeza de su cuerpo. “¿Conforme?”, preguntó Él.
Eric estaba llorando, silencioso.
-¿No podría ser usted menos cruel, por favor?
Él estaba empezando a sentirse incómodo. Normalmente, la celebración del contrato no duraba más de cinco minutos, y con este tal Eric ya llevaba más de quince.
-Al fin y al cabo, son las condiciones que usted ha elegido, no se arrepienta ahora, por favor. Sea serio. Continúo leyendo las cláusulas y, al término, llevamos a cabo el acuerdo.
-Está bien, continúe.
-De acuerdo, sigamos. Usted pidió por contrato que su muerte fuera retransmitida en directo por la televisión. Y así será. Tenemos repartidas cinco cámaras ocultas en el salón de su casa y doce micrófonos de ambiente. Por último, pidió que, tras su muerte, llamase al teléfono móvil de su mujer para explicarle lo ocurrido. Así se hará. – dijo el agente sacando un Nokia del bolsillo. ¿Da usted su consentimiento, señor Eric Antoine Marshall?
Eric estaba destrozado. Acababa de firmar su sentencia de muerte, en sentido literal. Ahora le tocaba a él morir decapitado.
De su boca salió un casi imperceptible “sí”. Un murmullo como última voluntad. Un sonido similar al de la sangre cuando se escapa por un corte en la garganta.
Eric ya estaba atado a la silla. Amordazado. No podía mover ni manos ni pies. Él afilaba su cuchillo ahora mientras Eric lloraba desconsolada y amargamente. Con tranquilidad, se situó detrás de él, y tiró de su largo pelo negro, dejando más vulnerable si cabe su garganta. La nuez se movía irregularmente, por el esfuerzo de tragar y respirar en esa incómoda posición. Él acercó el cuchillo a su cuello con la mano izquierda. La presión que ejercía era incómoda, pero no lo suficientemente fuerte como para llegar a cortar. Aún. Eric se había meado encima ya. Eventualmente, Él soltó su melena y bajó el cuchillo. Poniéndose frente a Eric, comentó, sonriendo por su olvido:
-Se me olvidaba comentarle que tiene quince días para reclamar si el servicio no le satisface. Además, no permita olvidar que el pago será siempre por transferencia bancaria en las veinticuatro horas siguientes a la prestación del servicio. ¿Conforme? Ahora sí, voy a matarlo, caballero. Espero que el servicio y la atención sean de su agrado.


has sido tu wao o que?

ta wapo por cierto. Ahora son 30 dias por ley.

Posted by: ridar en: 25 de Septiembre 2005 a las 08:48 AM

Tiene que haber sido wao por su caracteristico: "no, no pienso meter ni un salto de linea"

Posted by: aethern en: 26 de Septiembre 2005 a las 10:21 AM

jajaja los saltos de linea son para que los cobardes se atrevan a leerlo todo, y el escribe solo para valientes

Posted by: ridar en: 26 de Septiembre 2005 a las 11:42 PM Escribe un comentario









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